Compramos
y vendemos
y
entramos y salimos,
nos
tocamos las sienes,
los
infartos,
las
nubes que bebemos para no
recordar
qué parajes
son
piedra por la noche
-caminos
por los que
bajamos
como peces
a
las fosas
abisales-
, salimos
y
entramos y volvemos
de
nuevo a tropezar
con
lo corriente, en una
fiesta
de no entender
ahora
ni jamás
lo
que nos pasa.